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Todos Los Soles Mienten
Novela corta de Esteban Valentino, profesor de literatura y escritor nacido en Castelar, en la provincia de Buenos Aires. En Latinoamérica es muy reconocido, sobre todo por muchos niños que, en las escuelas, han llegado a tener contacto con algunas de sus obras. A parte de la siguiente novela ha publicado otras como «Las lágrimas nacen en Grecia», «A veces la sombra. Historia de un monstruo solitario» y «El hombre que creía en la Luna» junto con una multitud de cuentos y poemas.En el caso de esta narración se trata de un relato de ciencia ficción distópica y apocalíptica con, quizás, ciertas influencias de «El último recreo» de Carlos Trillo & Horacio Altuna y —por increíble que parezca— el cuento de «El Flautista de Hamelin». En él cuenta la historia de un grupo de chicos que tienen la desgracia de saber que serán la última generación de seres humanos. La entropía está cada vez más cerca de la Tierra, el Sol se está apagando. En consecuencia, el planeta es un enorme bloque de hielo en el que, poco a poco, se va haciendo cada vez más difícil albergar cualquier tipo de existencia en su superficie. Por otro lado, las ratas se han convertido en una auténtica plaga cuyo control es ahora una peligrosa responsabilidad por parte de los adolescentes que, armados con inútiles garrotes, tienen que enfrentar prácticamente todos los días. En medio de este horrible infierno surge repentinamente la esperanza, pues los chicos encuentran un único lugar en el que la temperatura de la tierra se mantiene estable. Una gruta en la que se puede guardar la herencia más preciada de la humanidad: la vida. A partir de ese momento, comienza una carrera contrarreloj por el fin de que algunos de los chicos se mantengan ahí para poder vencer a la mismísima muerte, pero no todo es lo que parece... pues existe un gran misterio escondido detrás del asunto.Lo primero que llama la atención a la hora de leerse la novela es el hecho de que se trata de una historia que, muy en la línea de muchas otras que se entregan como lectura obligatoria en los distintos institutos, se considera que forma parte del género de 'Literatura Infantil y Juvenil'. A pesar de ello el tono, de principio a fin, no es que se considere pesimista, es que ya directamente habría que catalogarla como del todo depresivo. Esta sensación es tal, que sigue mucho la línea de otras historias como «El guardián entre el centeno». Los protagonistas tienen un aire melancólico que no abandonan nunca a lo largo del relato. Incluso, el aire de esperanza al que ellos se aferran es algo triste, viciado y, hasta cierto punto, falso. Pues se trata de una sociedad que ha nacido consciente de que no van a sobrevivir y han terminado aceptándolo. Los muchachos no pueden considerarse como tal; son muertos en vida. No hay en ellos energía, pasión, ambición, deseos ni seguridad en el sentido vital de la palabra. Más bien es al contrario: transmiten un alma envejecida en todas sus acciones, una aceptación plena de la muerte y a todo lo que conlleva. Dotándolo de un aire marcadamente trágico y netamente poco cercano para el público joven al que está destinado. Aún así, se pueden ver ciertos coletazos de esa supuesta adolescencia que viven. Están los primeros síntomas del amor, el contacto, los juegos y las primeras experiencias, pero enfangadas bajo el lodo de la inevitabilidad de la muerte y el olvido absoluto. La ilusión y la confianza son dos términos que no resultan bienvenidos en la obra.Debido a ello, no podemos evitar referenciar el ritmo que tiene la historia: resulta ser muy adecuado al tono. Es marcadamente lento, muy pausado. Tanto, que las 140 páginas que compone el total de la novela se hacen incluso más larga que muchas historias que suelen disponer de un contenido con el triple o el cuádruple de cantidad. Se leen como si fueran 400 páginas. Sin embargo, esto lo dota de una dimensión más realista, incluso contagiosa a través de la angustia que esboza. La tragedia se masca en cada una de sus pesadas páginas. Una experiencia única que recomendaría fervientemente si eres seguidor habitual de este tipo de obras que son tan tristes, pero a la vez tan capaces de facilitar mucho más la reflexión. ¿Hacia dónde vamos? ¿Qué será de mí? ¿Por qué luchar? ¿Qué hacer con el tiempo que, sea este más largo o más corto, disponemos y suponen una responsabilidad para con nosotros mismos? Estas son sólo algunas de las preguntas que nos plantea esta historia.A parte de ello es bueno también destacar la habilidad poética del autor. Una obra en la que tardó casi cuatro años en su elaboración y en la que se nota todo el trabajo que le volcó. No está presentada de una forma convencional. Se divide en todos los aspectos en el Nº 3. Tres partes son las que compone la novela, tres tipos de estructuras las que encontraremos. Vemos manifestaciones oníricas en los capítulos titulados como 'Y éstos eran nuestros sueños', introspecciones mentales en los títulos tipo de 'Él' y 'Ella' y los episodios normales que se titulan con los nombres de aquellos que participan en la historia. En general, aspectos que merecerían un estudio que sin embargo, no se realizará en esta reseña porque se basa en una crítica y no tanto en un análisis. Pero que merece la pena destacar brevemente que se le podría sacar mucho jugo al mismo. Otro aspecto importante a señalar es que en general, los episodios son cortos. El más largo creo que llegó a durar dos páginas y media, por lo que se hace muy asequible a la hora de leerse, ya que resulta fácil deternese sin tener la sensación de que no lo has ido completando correctamente.Además, mencionar que el autor se esforzó mucho en buscar esa clásica primera línea. Quizás no es muy reconocido porque esta obra no es tan famosa como otras, pero creo que poco tiene que envidiar al «Llámame Ismael» de «Moby-Dick» o el «Era estupendo quemar» de «Farenheit 451». Su: «—¡El Sputnik, el Sputnik! —gritaba Rogelio R como un loco, señalando un punto que según él se movía en el cielo de la noche llena de estrellas». Podría haberse considerado como una de las mejores frases —y quizás las que más señalan ese aire de inocencia perdida— de principios del siglo XXI. Es una lástima que esta obra no sea tan conocida.El único error que podría achacarle es que tal vez no sea una obra que debiera considerarse dirigida para niños, fueran adolescentes o no. Con sinceridad, creo que se puede disfrutar mejor con una perspectiva mucho más adulta y su ritmo tan excesivamente lento, no ayuda a que los más jóvenes le tengan la suficiente paciencia. El hecho de que esté protagonizado por chicos —un error muy común para muchas editoriales y escritores— no lo hace automáticamente un producto adecuado para el género de Literatura Infantil y Juvenil. Por no hablar de que obligar a un chaval a leérselo en el colegio le hace un flaco favor tanto a la obra y a su autor como a las personas que necesitan una mayor madurez, no sólo como lectores sino también como personas para poder disfrutarla en condiciones.Como extra, felicitar al portadista de esta versión: Edgardo Carosia. El esfuerzo que le ha dedicado al aspecto de la colección de «Alfanguara Juvenil», se nota al punto en que su mano, parece muy sacada de un cómic propio de la editorial británica «2000AD».En cualquier caso, es una obra imperdible que recomiendo completamente. Una que me gustaría que fuera más conocida y que la gente quisiera acercarse. Se le pueden ver muchas lecturas... pues que sea de ciencia ficción es más un detalle que otra cosa. Sobre todo, una obra que los argentinos van a entender muchísimo mejor. Personalmente, le veo muchas alusiones metafóricas a la dictadura de la segunda mitad de los 70's. Aunque claro, esa es sólo una percepción personal que preferiría dejar en algún análisis que, tal vez, pudiera dedicarle algún otro día.